RESISTIRÉ 

Tus cabellos húmedos rozaban mi pecho.

Tus caderas acopladas sincrónicamente a mi pelvis.

Tus tobillos sosteniendo mis manos.

Tus manos incrustándose a mis hombros.

Mi cuerpo en su totalidad afanoso accedía a los laberintos de tú piel ansiosa,

fusionándose discretamente con cada brizna de pasión de la cual estas hecha.

Nuestros cuerpos ardientes invitados por la fogosidad de nuestros sentidos, se acariciaban lascivamente, dibujando en nuestros cuerpos huellas imborrables y casi milenarias.

Las agujas del reloj aceleran su recorrido y mis ganas fervientes se expanden dentro de ti de tú delicada y suave complexión, rozando incesantemente tus labios internos y externos que se visten y desvisten con facilidad ante los vaivenes de tu impetuosa cintura, glorificando nuestra convicción.

Ante los sutiles movimientos de subida y caída libre que retuercen de placer nuestros desnudos cuerpos acalorando de máximo deleite nuestros sentidos, cada segundo más conectados por la mismísima excitación, la habitación es un eco de placer que retumba al otro lado de la pared, haciendo volar la imaginación de quien escucha del otro lado de ella.

Mi apetito por años atormentado, hoy se libera y fluye febril y ardiente sondeando las carnosidades que recubren su vientre perfectamente perfumado con flores piadosas.

Mi deseo acoplándose con pasmosa incredulidad a la esponja absorbente que es su núcleo celestial, que esperaba por siglos el temblor del hombre que pudiera sacudir el umbral de su paradisíaco cuerpo.

Inmerso en el epicentro carnal de su delicado cuerpo, recorro con majestuosidad los misterios que esconde su profundidad.

¡Oh tentación que alimentas sueños, atrapado en un cuerpo estoy, conjurado existo, vivo sorprendido en las redes de la instigación, te pido venir a exorcizarme y libérame de pecado.

Fue solo un sueño, si, lo soñé, aunque sentí cada centímetro de su cuerpo afanoso sobre el mío y el mío sobre el suyo, lo viví, si, lo viví.

Cada segundo que la pienso, aun recuerdo sus cabellos húmedos rozando mi pecho, sus caderas acopladas sincrónicamente a mi pelvis, sus tobillos sosteniendo mis manos y sus manos incrustándose a mis hombros.

En mis pensamientos y sentimientos navegas.

Resistiré.

¡Intentaré hagas puerto en ellos!

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JOSE LARA FUENTES

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