DUENDECILLO

El duendecillo persiste en columpiarse.
En el colegio corretea al conserje, en la biblioteca al bibliotecario, en el teatro al jorobado, en el congreso en el senado ante las cortes, el duendecillo persiste en columpiarse, el duendecillo no para de corretear y tentar la fragilidad humana.
El duendecillo persiste en columpiarse vendiendo su camisón de fuerza.
El duendecillo persiste en columpiarse vendiendo pensiones de hambre.
El duendecillo persiste en columpiarse vendiendo su libro caducado y fracasado con que pretende llevarnos de la mano al pináculo de lo absurdo.
¡Duendecillo malvada criatura!, vas creando desdicha y desventura. Tienes sobornado y enmudecido al poder moral y mercantil, tienes hipnotizado al pueblo con ficciones y falsos idealismos.
¡Manchas de conciencia, conciencia sin alma! Maldito duendecillo las armas de la República te amparan, te ayudan a columpiarte en la mecedora procreadora de desgracias.
Te has convertido en un singular mecenas del terrorismo y la represión, tu mayor legado es sembrar discordia destruyendo por placer, atormentando por rencor, persiguiendo por goce, torturando por satisfacción.
Villano duendecillo, arpía de tiranos, ignoras el sufrimiento humano que bañas constantemente en aguas mayores.
La justicia gobierna de espalda, el poder moral tiene sordera inducida, la violencia de género y agravio emblemáticos Ministerios, escuelas de vagos y maleantes, becarios con becas de hambres, cajeros automáticos para retirar pobres ciudadanos.
¡Gritos agonizantes en las mazmorras ocultas!
¡Gritos en el silencio por hambre y agonía!
¿Duendecillo tu mayor legado será la quinta palia del infierno que espera por ti?
¡Somos los soberanos de una tierra repleta de desgracias!
Por qué duendecillo con tus doctrinas equivocas, con tu errados dictámenes y multimillonarios recursos que mal gestionas, no puedas activar sin vacilaciones la burbuja dónde nos oxigenamos todos de la hambruna y la miseria dónde tú y los tuyos nos han execrado.
Duendecillo, cómo puedes vivir en la mágica pompa de la indolencia y el descaro, mientras Roma cae muerta a tus pies y no de gloria, sino de muerte y pestilencia.
Seres humanos retorciéndonos de dolor ante tanta baratija que nos venden tú y tus amos.
Duendecillo de tu ignorancia y egoísmo no somos inmunes, pero muchos siguen el juego por una bolsa de comida que va arrodillando a generaciones nobles.
Estás a tiempo dictador.
La horca está erguida.
Cobarde duendecillo apártate y deja ya de columpiarte.

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JOSE LARA FUENTES ©

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